By Angels Bernadó Escarré

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Teoría del desapego

Durante mucho tiempo, dos veces al año he practicado la sana costumbre de vaciar todos los cajones, armarios y rincones de mi casa, para eliminar todo aquello que se podía considerar, inútil, superfluo, pasado de moda o simplemente innecesario. Las primeras veces resultó bastante difícil. No conseguí deshacerme de mis queridos vaqueros de adolescencia hasta la quinta vez que vacié el ropero. Seguía empeñada en guardarlos, por si algún día podía volver a usarlos, cosa bastante improbable, después de veinte años, por una simple cuestión de tallas.
También se me resistieron algunos libros y revistas, fue muy duro regalar mi colección de "los cinco". Pero finalmente y después de tres intentos, fueron a parar a una escuela de mi barrio.

Fue un proceso lento y difícil, pero con el tiempo fui adquiriendo práctica y simplificando este proceso. No necesitaba guardar mi ropa de embarazada, ni tampoco mi equipo de esquí del siglo pasado, creo que en cualquier museo deportivo estará mejor. Tampoco me parece probable que utilice los cinco juegos de café que me regalaron para mi boda, con uno, máximo dos, tengo suficiente. Y lo mejor de todo ha sido conseguir deshacerme de una colección de películas en VHS que mi marido guardaba en una estantería del despacho, con un argumento de peso, no tiene reproductor para poder verlas.

Esto es lo que yo llamo "teoría del desapego", en resumen se trata de tirar o regalar todo aquello que no necesitamos, o simplemente no usamos desde hace mil años.
Con el tiempo, convertimos nuestros hogares en depósitos de millones de cosas que se van acumulando, y por alguna extraña razón, los metros cuadrados útiles de nuestra casa ni crecen ni se multiplican. Y curiosamente, todo esto sucede ante nuestros ojos, que padecen una especie de ceguera selectiva, que no nos permite ver tal caos.

Cuando hablamos de esta teoría, más o menos la mitad de las personas, aseguran compartirla y ponerla en práctica. La otra mitad piensan que deberían aplicarla pero son incapaces de hacerlo, si no es con la ayuda de alguien.

Tanto los adeptos, como los contrarios a esta teoría, siempre tenemos algún rincón o armario, donde el desapego brilla por su ausencia. Así pues, esta semana te propongo que le dediques un rato a tu casa, y apliques la teoría del desapego.

Céntrate en alguna estancia, da igual que sea el baño, la cocina, el dormitorio o una simple cajonera. Vacíala por completo y selecciona todo su contenido. Seguramente en la primera selección habrás separado un 20% de cosas para retirar. Es un buen comienzo, pero haz una segunda selección a ver si consigues llegar al 50%, seguro que hay más cosas de las que te puedas deshacer.

El mejor truco para desapegarse de las cosas es no pensar nunca en tirar (y menos en tiempos de crisis), piensa siempre en regalar. Seguramente tienes una amiga que te obsequia de vez en cuando con ricos bizcochos, que estaría encantada con tu Kit de moldes de pastelería, que compraste hace 10 años y nunca has usado, principalmente porque la cocina no es lo tuyo. O tal vez conservas todos los collares y pulseras de bisutería desde tiempos inmemorables, quizás la mitad de ellos le encantarían a tu sobrina de 8 años para disfrazarse.

El objetivo es muy claro: la mitad de las cosas que guardas no las necesitas, así que regálalas.
Después de haber realizado este ejercicio, seguramente te sentirás muy bien, porque habrás conseguido dos cosas: la primera, hacer feliz a alguien con tus regalos, y la segunda, ganar espacio en tu casa.

¿Te animas a probar la teoría del desapego?





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